PRINCIPIOS

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martes, 10 de junio de 2014

La Ley el Efecto Contrario




La ley del efecto contrario

Emile Coué redescubrió una de las leyes básicas de
 la mente humana. La llamó “la ley del efecto contrario”. 
Es uno de los sutras más antiguos del pensamiento taoísta
 y del zen.

Por ejemplo, si no tienes sueño ¿qué harás? Tratarás 
de dormirte; harás esfuerzos, harás esto y aquello, pero
 todo lo que hagas tendrá justo el efecto contrario 
porque cualquier actividad, cualquier esfuerzo, irá en
 contra del sueño. Dormir es una relajación. No puedes
 provocarlo, no puedes hacer nada para que ocurra, 
no forma en absoluto parte de tu voluntad. Dormir es
 entrar en el inconsciente y tu voluntad es 
simplemente un fragmento de la consciencia. Cuando 
entras en el inconsciente, en lo profundo, dejas en la 
superficie la parte que es consciente, el fragmento
 que es la voluntad. La única manera de entrar en el
 sueño es no hacer nada. Si no viene, no viene.
 Espera… ¡No hagas nada! Cuando llega, llega.

Y esto sucede con muchas cosas de la vida: que 
ocurre justo lo contrario. Si quieres estar tranquilo,
 ¿qué harás?... Porque quietud significa no-hacer.
 ¡Solamente flotas! No hay que usar ningún método 
porque cualquier método significaría de nuevo que
 estás haciendo algo. Y el “tienes que” va justamente
 en contra. Si lo haces así te pondrás más tenso. 
Deja que las cosas ocurran, no las fuerces.

Sucede muchas veces: intentas recordar un nombre 
o un rostro y no lo consigues, aunque sientes que lo
 tienes justo en la punta de la lengua. Y cuanto 
más lo intentas, menos te viene. Entonces te sientes
 frustrado y te olvidas del asunto… Y de repente
 te viene a la memoria. ¿Qué ha ocurrido? Pertenecía
 al inconsciente, estaba en lo profundo de ti. 
Y cuanto más lo intentabas, más se perturbaba 
el inconsciente. Estabas usando la voluntad, y la
 voluntad no puede traer las cosas de tu profundidad.
 Sólo a través de la rendición puedes hacerlo, sólo
 cuando te dejas llevar.

Esta es la ley del efecto contrario. Recuerda, con el
 inconsciente la voluntad no sólo sirve para nada, 
sino que además resulta perjudicial. Lo más 
importante te ocurrirá sólo cuando tú no estés ahí.
 Y si estás haciendo algo, tendrás que estar ahí.
 El sueño llega cuando tú no estás ahí. La Iluminación
 también sigue la misma regla.





No-hacer

En lo que a ti concierne hacer es fácil, por muy duro que sea, y no-hacer es difícil. Si alguien dice: “No hagas nada”, te sientes perdido. Si lo comprendieras, no sería así.

No-hacer no requiere cualificación alguna. 
Puede que el hacer sí y, puede que requiera práctica.
 No-hacer no precisa práctica alguna. Es por eso 
que la iluminación puede acontecer en cualquier 
momento, porque no es cuestión de cómo alcanzarla, 
sino de cómo permitirla. Es como el dormir: te relajas
 y ahí está, ocurre.

La acción alimenta el ego. Cuando no estás haciendo
 nada el ego no puede alimentarse. Simplemente 
desaparece, se muere, no está ahí. Así que, lo que 
sea que hagas queriendo, será la propia barrera. 
No fuerces, deja que ocurra. Flota, abandónate, déjate
 absorber, no pongas tu voluntad.

Y recuerda, siempre que haces algo voluntariamente
 no puedes gozarlo. Esas dos cosas nunca se encuentran.
 Si fuerzas algo no puedes disfrutarlo, si lo disfrutas
 no puedes forzarlo.

Simplemente espera..., deja que se mueva tu 
energía interior, entonces síguela a dónde quiera que 
te lleve. Ya no estás ahí... Entonces es algo inmenso,
 es una gran liberación.

Deshazte de todos tus conocimientos, porque sólo te
 son necesarios cuando tienes que hacer algo. Pero
 cuando no tienes que hacer nada, ¿qué conocimientos
 necesitas? Sólo se requiere una sensación, una 
especie de truco: cómo desaparecer, cómo dejar de
 ser. Y cuando digo “cómo” no me refiero a que tengas
 que conocer la técnica. Simplemente tienes que
 buscar esa sensación.

Dos cosas te serán de ayuda. Una: intenta descubrir
 cómo ocurre el dormir, cómo entras en el sueño. 
Puede que tengas algún ritual, pero este ritual no 
causa el sueño, sólo lo ayuda. La otra: la meditación.
 Todo el mundo encuentra su propio ritual. El ritual
 te ayuda porque te da un determinado ambiente, 
pero no es la causa. Si otra persona lo sigue, puede
 que hasta se convierta en un obstáculo para ella.
 Uno tiene que encontrar su propio ritual.

Un ritual es simplemente algo que sirve para ayudarte
 a estar más a gusto y poder esperar. Y cuando 
estás a gusto y esperas, ocurre. Dios llega a ti 
exactamente igual que el sueño, igual que el amor.
 No puedes desearlo, no puedes forzarlo.

Toda tu vida se ha convertido en un problema porque
 te has hecho experto en cómo hacer cosas: muy
 eficiente con las cosas mecánicas porque son cosas
 que pueden hacerse, pero absolutamente inútil
 para las cosas humanas, porque esas cosas no se 
pueden aprender, no se pueden hacer técnicamente,
 no puedes hacerte experto en ellas.


El amor

Por ejemplo, puedes forzar
 tu amor. El amor está ahí
 pero no hay nadie que ame. 
El amor ocurre como una 
energía, pero en él no
 hay ego. 
Entonces el amor se 
convierte en éxtasis y 
descubres algo que sólo han conocido aquellos que han
 llegado a lo Divino.


La meditación, Dios, la iluminación, el nirvana... 
todo ello llega a la existencia a través del amor, porque
 a través del amor llega un destello. Y tan pronto como
 ese destello estuvo allí, algunas almas valientes 
emprendieron una aventura para encontrar la
 fuente de donde procedía. A través del amor se ha
 descubierto a Dios. Por eso, siempre que alguien 
le pregunta a Jesús: “¿Qué es Dios”, él contesta:
 “Dios es amor”.

Pero el proceso es el mismo: no puedes forzar el amor. 
Si lo fuerzas, pierde toda su belleza, todo se vuelve
 mecánico. Irás a través de todo el ritual, pero no
 ocurrirá nada. No habrá éxtasis; será algo que haya
 que hacer y acabar. Nunca llegará hasta tu centro, 
ni sacudirá tus cimientos; no será una vibración de
 tu ser, sino un acto superficial.


La paz esencial de la mente

Vas buscando gurús, vas tras esto o aquello, para encontrar alguna técnica, algún mantra con que iluminarte... No hay ningún mantra que te pueda iluminar. Tendrás que ser más compasivo. Este es el único mantra: menos voluntad y más fluidez; menos esfuerzo y más relajación; menos hacer desde el consciente y más nadar en el inconsciente.

Ahora trata de entender el sutra: “Cuando no se
 entiende el significado profundo de las cosas, se
 perturba en vano la paz esencial de la mente”.

El hecho de que alguien esté angustiado muestra
 que no ha entendido las cosas, el significado 
profundo de las cosas. Y vas acusando a otros de 
que es por ellos por lo que estás angustiado.
 Aquí nadie está angustiado por nadie. Estás 
angustiado debido a tu no-entender o a tu mal-entender.

¡Intenta comprender! Todo el mundo trata de 
dominar. Esa es la naturaleza del ego: hacer toda
 clase de esfuerzos para dominar al otro (no importa
 que el otro sea el cónyuge, los hijos o los amigos). 
Y si todo el mundo trata de dominar y tú también 
estás intentándolo, habrá lucha. La lucha no se 
debe a que otros estén tratando de dominar; la
 lucha se debe a que no tratas de entender cómo
 funciona el ego.

¡Salte de ahí! A los demás no se les puede cambiar;
 si tratas de cambiarlos estarás malgastando
 tu vida innecesariamente. Ese es su problema. 
Ellos serán los que sufran si no lo comprenden.
 Sencillamente comprende que todo el mundo trata 
de dominar y di: “Yo me salgo de esto, no voy a
 intentar dominar”... Tu lucha desaparecerá… 
Y ocurrirá algo muy hermoso.

Cuando te peleas refuerzas el ego del otro; y 
esto es un círculo vicioso. Cuando no peleas el 
otro siente que está luchando solo, en medio de un
 vacío. Y entonces le das al otro una oportunidad 
para que también él se dé cuenta. Psicológicamente
 ya no estás en esas funciones egóicas, en la
 dominación, en la agresión, en la violencia, en la ira.
 Ya no formas parte de eso. Entonces se crea cierta
 distancia, cierto desapego. Ahora puedes ver las 
cosas y reírte: ¡qué ridículo he sido hasta ahora!
 Te reirás, no estarás angustiado. Todo a tu alrededor
 es muy ridículo, pero no te das cuenta porque eres 
parte de ello. La ridiculez no puede verse a menos 
que se tome cierta distancia, cierto desapego.

Cuando no se entiende el significado profundo
 de las cosas se perturba en vano la paz esencial de 
la mente. Y no consigues nada, no llegas a ningún
 sitio, simplemente te inquietas. 


Fuente: Extracto del capítulo 2 de “El Libro de la Nada”,
 de Osho, elaborado por Emilio Carrillo.


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