PRINCIPIOS

PRINCIPIOS

lunes, 27 de octubre de 2014

EN BUSCA DE LA VERDAD PÉRDIDA



Aceptemos que no somos los dueños de la verdad. 
Es el primer paso en el camino del aprendizaje.
Escuchar debería servirnos sobre todo para aprender la parte del todo que todavía ignoramos.
 Nadie tiene el monopolio de la verdad, centrémonos en la necesidad de completarnos con la verdad de otros.
Esto conlleva, claro, una importante cuota de humildad, porque aprender siempre es un acto humilde.
Anclados a nuestra soberbia, nada puede sernos explicado. 
El que no se anima a bajar del pedestal de creer que se lo sabe todo, nada puede aprender de los demás a los que sin escuchar desprecia porque supone, o peor aún, decide, que nada pueden enseñarle.
El siguiente paso del camino es entonces aprender a aprender. Escuchar con humildad.
Saber lo que sabemos y lo que no sabemos y enriquecernos con el saber de otros.

Cuenta un viejo cuento tradicional que había una vez un hombre que buscaba la verdad. 
Le habían dicho que la verdad era una luz radiante, que iluminaba hasta el más oscuro
 de los rincones de la ignorancia.
El hombre buscó y buscó la tal luz y al no hallarla se apresuró a empezar a decir que la verdad no existía.
Una noche muy clara, cuando bajó a su aljibe por agua, vio en lo profundo el brillo de 
un círculo enorme reflejado en el fondo del pozo.
-Es la verdad -pensó-, existe y la tengo yo en el jardín de mi casa.
Henchido de orgullo y vanidad salió a gritar por el pueblo que tenía la verdad brillando
 en el fondo de su pozo de agua. Muchos se burlaron de él y el hombre los trató con desprecio.
Estos son como yo era -pensó-, no creen en la verdad porque nunca la han encontrado.
Otros simplemente no le creyeron.
Escépticos -les gritó-.
Y unos pocos le escucharon con atención y le dijeron que ellos también tenían la verdad 
en su aljibe.

Estos últimos lo irritaron un poco.
Pensó al principio que eran pobres ingenuos que
 creían tener la verdad pero que no la tenían ciertamente; sin embargo después de ir a la casa
 de algunos, los más amigos, comprobó que la luz
 de sus pozos era por lo menos tan radiante como
 la del suyo.
Hay muchas verdades -concluyó-. Cada uno tiene
 la propia y todas irradian su propio resplandor.
Un día al visitar el pozo para dejar que la verdad iluminara su rostro, miró en el fondo y no encontró 
el brillante círculo luminoso.
El no lo entendió en un primer momento pero el viento soplaba muy fuerte esa noche y 
el agua agitada dentro del pozo no llegaba a reflejar la luz de la luna que a pesar de todo brillaba radiante en el cielo. Pensó que la verdad lo había abandonado y se sintió triste y desesperanzado. En un retorno a lo divino alzó los ojos llorosos al cielo… y la vio.
Entonces comprendió. La luz de su aljibe no venía desde dentro. La suya y la de otros
 eran el reflejo de la luna en el firmamento espejada dentro de cada pozo. Reflejos que iluminan.

Así evoluciona nuestra relación con la verdad. Empezamos desconfiando de que alguna verdad exista. Antes o después descubrimos un pedacito de ella y nos enamoramos de
 nuestro descubrimiento. Nos creemos superiores y dotados, portadores de una verdad 
única e incuestionable.
Con el tiempo nos vemos obligados a aceptar que hay otros que también tienen su 
verdad; y después de intentar descalificarlos sin éxito, los incluimos en la lista de 
elegidos, que por supuesto integramos, la nómina de aquellos que encontramos la 
verdad.
Finalmente nos damos cuenta de que la verdad no es algo que alguien pueda poseer.
 Nos damos cuenta de que solamente podemos acceder al tibio reflejo de su luz y 
esto ni siquiera permanentemente. Encontramos por fin el lugar de la humildad del 
que sabe lo que no sabe y está decidido a aprender.
Aceptemos pues que nadie tiene la verdad, en todo caso poseemos, y por momentos, pequeños retazos de ella, reflejos de una verdad mayor que nos ilumina a todos.

Jorge Bucay



 



miércoles, 22 de octubre de 2014

El Bambú



Un buen dia,  conversando sobre este mundo que hemos decidido
 seguir, y ante mi impaciencia,  un amigo me conto esta bellísima
 historia sobre la caña de bambú, que siempre tengo presente y 
que hoy aprovecho para mostraros a todos. 


Y ahora….. imaginaros una suave y dulce voz de la que solo se
 desprende cariño, comprensión, y que seguro que si lo intentamos
 oiremos susurrándonos este  relato.







No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha
 requiere de buena semilla, buen abono y riego.

También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene 
impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus
 fuerzas: ¡Crece, maldita seas!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo transforma
 en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te
 ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad
 no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal
 punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber 
comprado semillas infértiles.



Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30metros! quizá solo estés echando raíces....

¿Tardó sólo seis semanas crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.



Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan 
de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender
 que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que
 éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de
 aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan 
súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. 
Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos
 que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.



De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones 
estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está
 sucediendo.

Y esto puede ser extremadamente frustrante.





En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo
 de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto
 no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no "ver" el
 resultado que esperamos-, si está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.



Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente
 creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito 
cuando éste al fin se materialice.



El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.

Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a 
descartar otros.

Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de 
paciencia.

Tiempo... Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la 
paciencia en este mundo agitado en el que vivimos...



Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer 
del taxi... nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se 
sabe bien por qué...

Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que
 esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos 
patologías que provienen de la ansiedad, del estrés...

¿Para qué?





Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la
 aceptación.

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes........


Gracias amigo Pepe

martes, 21 de octubre de 2014

Beneficios del Reiki



La Sanación Reiki  actùa armonizando y equilibrando todos los

 niveles del ser: físico, mental, emocional y espiritual. Devuelve
 a todos nuestros niveles a su estado natural de equilibrio 
otorgando una sensación de bienestar y alegría. Los estados de
 equilibrio se deben a la armonización de los distintos centros
 energéticos (chakras), provocando distensiones musculares, 
vitalidad y mayor energía.
En los procesos de sanación, generalmente de cuatro sesiones 
seguidas, la persona puede sentir: sensaciones de calor, frío, 
corrientes de energía que fluye, puede ver colores, imágenes,
 recuerdos, sentimientos de amor, pureza, serenidad, paz, etc. 
Dependerá de cada persona en particular.

Paso a enumerar algunos de los beneficios que se obtienen de la
 Terapia Reiki:

-Mayor vitalidad.
-Disminución del cansancio.
-Estimulación del ánimo.
-Reduce el ritmo cardíaco y aquieta inquietudes y preocupaciones.
 -Hay como una tregua mental de serenidad.
-Incrementar y Potenciar nuestra Energía Vital.
-Liberar las emociones reprimidas y bloqueos energéticos.
-Estimular el sistema inmunológico.
-Ayuda a eliminar el estrés diario , por las exigencias de la vida actual.
-Es ideal para todas las personas que padecen Estrés y Ansiedad.
-Ayudar en los procesos de recuperación emocional.
-Aumentar la creatividad y la Imaginación.
-Lograr un nivel profundo de relajación y bienestar .
-El Reiki equilibra los centros energéticos (chacras ).
-Purificar, programar y programar cristales de cuarzo etc.
-Ayuda al crecimiento personal, desarrollando cualidades.
-Acelera los procesos de cicatrización del cuerpo.
-Incrementar la confianza y autoestima
-Aliviar dolores de cabeza catarros, fatigas, quemaduras, dolores,
 inflamaciones, enfermedades (incluso crónicas, terminales y patològicas).
-Recuperación post-operatoria mucho màs ràpida.
-Recuperación más rápida de quebraduras de huesos y de cicatrizaciones.
-Ayudar en el proceso de desintoxicación de drogas adictivas
-Puede ser usado para ayudar a animales y plantas y para limpiar
 y armonizar ambientes.
-Eliminar energías negativas en las personas, lugares y objetos.
Etc. etc. etc.

-En casos de cáncer, alivia el dolor producido por la enfermedad.
 Se usa como complemento a tratamientos convencionales de 
quimioterapia y radiación. Además, sube los niveles energéticos del 
paciente. El efecto se suele notar a partir de la primera sesión.

-En tratamientos con quimioterapia o radiación, elimina los vómitos y 
nauseas que son los efectos secundarios de los tratamientos y mantiene
 al paciente con fuerzas para soportar las sesiones.
Y muchos, pero muchísimos beneficios más.